El gobierno japonés está dando señales que presagian el término de la prohibición de exportar equipamiento bélico, vigente desde finales de los años sesenta. El primer paso será la autorización para que los fabricantes nipones participen de proyectos internacionales de desarrollo y producción de plataformas y sistemas, lo que a su vez permitirá que productos con componentes japoneses sean vendidos a terceras partes.
La prohibición data del año 1967, cuando el Primer Ministro Eisaku Sato la instituyó para evitar las exportaciones de material de aplicación militar a países comunistas y a naciones beligerantes. El embargo fue endurecido en 1976, cuando se prohibieron las exportaciones de material bélico a todos los países. Sin embargo, la prohibición es una orden administrativa, que no responde a ninguna legislación vinculante, y bastará una decisión ministerial para derogarla.
En realidad, la prohibición ya ha sido de facto sobrepasada, con la participación de fabricantes japoneses en el diseño de un sistema de defensa contra misiles balísticos para el Pacífico, que está siendo desarrollado en conjunto con Estados Unidos. Japón está participando del proyecto mediante el desarrollo de un cono avanzado, destinado al misil SM-3 Standard de intercepción a alta velocidad y gran altitud.
Sin embargo, la participación japonesa ha sido permitida en el marco de los tratados de complementación en defensa vigentes entre Washington y Tokio. Se estima muy probable que, con este cambio de reglamentación, el gobierno y la industria de Japón se involucren financiera e industrialmente en el desarrollo y producción del cazabombardero avanzado F-35 JSF, aunque la producción de una versión del F-22 es aún un objetivo del país asiático. Por ser Japón un país poseedor de una avanzada industria marítima, electrónica, metal-mecánica y aeroespacial; el regreso de esta potencia industrial y tecnológica a los circuitos comerciales de la producción de material bélico debe tener un gran impacto internacional.
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